Perdida y... Sedienta {Libre}

Una noche más de caza... Sara me pidió que fuéramos juntas, pero le respondí con una negativa. No podía, no podía decirselo a nadie, aunque sí pensaría en ello toda la noche.
La había conocido. Ella se había presentado ante mí. Pelirroja, alta y hermosa, como todos nosotros.Victoria.
No entendía por qué me lo había dicho. Por qué a mí. Simplemente, ¿porque estaba en ese momento? De haber sido Shelly, Fred o Raoul, ¿me lo habría contado igualmente?
Mientras pensaba todo aquello, eché a correr. Sin un por qué. Había descubierto hace tiempo -días, semanas, yo qué sé. ¿De verdad ahora eso importaba?- que, sorprendentemente, me relajaba. Liberaba mis energías físicas a la vez que las psíquicas al pensar en aquello. Daba con el equilibrio perfecto.
¿Por qué había montado esta farsa si luego, con toda la tranquilidad, se presentaba ante mi? Y total, si ya la conocía una, ¿por qué cuando Shelly entró en el sótano se calló la boca y huyó? Tantas preguntas sin respuesta... El único que sabía todo del tema ahora mismo era Riley, pero... Después de lo del sol, ya no me podía fiar de él.
Cuando me quise dar cuenta, me encontraba en pleno pueblo. No, no era Seattle, olía demasiado a limpio para tratarse de la gran ciudad.
Genial. Encima estaba perdida.
Pero no tenía mucho tiempo hasta que volviera a amanecer. Estaba sedienta y debía encontrar algo... O a alguien... Para alimentarme.
Me encontraba junto a un hospital. Las calles estaban desiertas, naturalmente, pues serían como las tres de la madrugada. Un hospital.
De pronto, se me ocurrió algo. ¿No solían haber donaciones de sangre en los hospitales...?
Pero no. Era una locura. Allá adentro me descontrolaria. Eso debía estar lleno de pacientes con sangre caliente y vulnerable. Me descontrolaria, y hasta me verían. No podía arriesgarme...
De acuerdo. Nada de hospitales.
Caminé a paso normal, buscando con la mirada, afilando el olfato. ¿Habrá algún moribundo por aquí...?